Bienvenido sea el feminismo...
- Nicole Jacobs Rademann
- Jul 30, 2017
- 4 min read

Nico de 15 años: “¿Cuando puedo dejar de usar la placa?
Dentista: "Hasta que te cases."
En esta conversación se reproduce lo que es asumido sobre las mujeres en nuestra cultura:
Que me quiero casar.
Mantengo los dientes rectos para atraer una pareja.
Casarme es la meta final de mi vida.
Después de casarme ya no importa mi apariencia.
En fin nunca respondió a mi pregunta.
El feminismo llegó a mi vida durante un choqué cultural tremendo que enfrenté al regresar a vivir a Guate tras estar mi completa vida adulta (6 años) en Europa. Claro, el feminismo lo traía desde siempre, como todas. Desde el momento en el que descubrí la masturbación, hasta el momento en que tome la decisión que tener hijos no sería lo mío. Sin embargo, comparar dos culturas me permitió ver lo jodida que estamos las mujeres en Guate. Sentir lo que es vivir en una cultura liberada de sus complejos morales y religiosos, me quitó los anteojos que traía puestos. Durante el transcurso de mi vida fuera, pasaron una serie de acontecimientos afortunados que fueron nutriendo mi inconformidad política. Estando fuera tuve por primera vez relaciones íntimas que no eran sexuales, descubrí la masturbación (y con ello mi sexualidad), caminaba a las 3am de regreso a casa en falda con total seguridad que estaba protegida y que si alguien me llegara a violentar de alguna forma, no me llegarían a culpar por la indecencia de andar por la calle sola de noche y con ropa “provocativa”.
Al completar mis estudios, los cuales eran todo lo que había deseado de adolescente, pero todo lo que llegaría a odiar en mi madurez (lo dejaré para otra publicación), regresé a Guatemala en plan de reinventar mi propósito en la vida (por que aparentemente sin propósito no eres nadie). No pase mucho tiempo en darme cuenta en la idiosincracia que me veía parada. Mi llegada a Guate fue unos meses antes del arribo del barco infame Woman on Waves. La ONG originaria de Holanda, vino a Guatemala en febrero de 2017 con el único propósito de interrumpir embarazos seguros. Como hemos visto, la iniciativa no se llevo a cabo gracias al trato inhumano que les dieron los militares a las médicas del barco antes de echarlas de regreso a la alta mar. Nos hacen creer que el estado es laico, pero la moralidad religiosa aún controla nuestros derechos. La controversia que apareció en mis redes sociales a raíz de este acontecimiento, me hizo ver la ignorancia que se tiene en Guatemala alrededor de este tema. La mayoría de los argumentos eran religiosos, sobre la cuestión del inicio de la vida. Mientras la interrupción del embarazo nunca ha sido una cuestión de estar a favor o en contra de la vida. Se trata de estar a favor que las mujeres tengamos la libertad de decidir sobre nuestros cuerpos, y con ello que la maternidad no sea algo forzado. Para que veamos en contexto, en Guatemala el 44% de las mujeres ya están casadas y han quedado embarazadas antes de los 20 años.
Justo después, el 8 de marzo, el día que deberíamos haber estado celebrando los triunfos del feminismo, se nos vino encima la masacre de las 41 niñas en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción. La mayoría de los niños encerrados en este infierno provenían de casas inestables en donde la madre probablemente no estaba ni económicamente o emocionalmente preparada para sacar a su retoño adelante. Que el estado obligue a las mujeres en traer hijos a la tierra replica la cadena perpetua de opresión. Muchos argumentarían que debemos asumir la responsabilidad que trae el coger sin protección. Sin embargo, está situación es una excepción. En Guatemala la gran mayoría de mujeres que quedan embarazadas involuntariamente son producto de violaciones sexuales, violaciones familiares, abandono de pareja, ignorancia sobre la sexualidad. No estoy aquí para justificar ninguna situación, toda mujer debería ser la única quién decide cuando quiere ser mamá. Pero en este país las mujeres estamos mucho más vulnerables y la libertad que traería el poder decidir sobre nuestros cuerpos, sobre quien los toca y cuando, sobre que me pongo, sobre mis órganos reproductivos, nos empoderaría un chingo.
Estos dos acontecimientos, tan característicos de esta burbuja tercermundista, son sumamente contradictorios. La sociedad está cegada por una expresión moral religiosa que no nos permite ver más aya de nuestras creencias. La moralidad no es intrínseca de la religión. De lo contrario, la religión la secuestró y la hizo llamar suya.
Están cordialmente bienvenidos a las Julietas. Donde dos julietas (por ahora) se encuentran para compartir y documentar su proceso de aprendizaje. Ya que eso es justo lo que es, un aprendizaje. Juntas estamos desaprendiendo, arrancándonos capa por capa, debatiendo cada conversación y evento. Es un aprendizaje infinito, en donde a la medida que más información absorbemos, más desaprendemos, desarmamos, desnudamos. El feminismo académico entró recientemente en mi vida, y me queda aún mucho por descubrir. Esperen ver muchísimas preguntas en mi publicaciones, preguntas que me he hecho alguna vez y compartirlas en esta plataforma es mi manera de desenredar ideas. El objetivo es que juntos podamos aprender a cuestionar nuestro entorno.
¿Así que por que soy feminista? Porque Guatemala lo necesita. Y esta es mi lucha.
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